sábado, 18 de febrero de 2012

Era especial.

Nadie podía jurar que ese chico fuese extraño, que quizás fuese distinto al resto de personas del planeta. En cambio, yo, que observaba minuciosamente todos y cada uno de sus movimientos, me dí cuenta enseguida. Su pelo, su forma de caminar, sus manías, esa manera de analizar todo sin que nadie lo notase. Era inseguro, se le notaba, pero también era maduro. Era fácil darse cuenta de que no era nada corriente, pero supongo que lo noté porque yo tampoco era como los demás. Parecía frágil, miedoso, tonto incluso. Pero yo sabía que no era nada de eso, pronto descubrí que tenía miles de secretos, cosas que jamás saldrían a la luz porque para el resto de las personas eran estupideces, porque el resto de las personas no saben apreciar sus cosas. Era mucho más inteligente que los demás chicos que conocía, no porque supiese más fórmulas matemáticas, si no porque tenía algo en su forma de pensar que me hacía elevarme hasta las nubes cuando hablaba cualquier cosa.
Muy especial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario